Pasado el tiempo de las princesas, ya no necesito que me salves.
Lucho sola y me levanto, vuelo y remonto los acantilados; he aprendido a medir, por mi misma, los abismos.
Sin embargo, como un guerrero cansado, sigo ansiando quitarme la armadura y conjugar los fantasmas con palabras, escupir la sangre y el silencio, todo lo que pesa y me ensucia las alas.
Como un vencedor vencido, sólo deseo quitarme la coraza, y dejar que mi piel vuelva a ser piel suave en la caricia de tus manos.