Últimamente se quejaba de que tenía mala suerte en el amor porque
siempre se buscaba a los más inútiles o se enamoraba de aquellos que peor la
trataban. Buscó y buscó, pero un día
decidió tirar la toalla, pensaba que nadie se enamoraría de ella jamás y que
estaba condenada a vivir sola. Hasta que llegó él.
¿Su príncipe azul? Quizás… aunque éste no venía en caballo
ni prometiendo un amor eterno. El llegó despacio y casi sin hacer ruido.
Parecía que sería uno más de la lista, pero poco a poco se fue haciendo un
hueco en su corazón, el cual era duro como una piedra y frío como el
mármol. Y la fue conquistando. Cada
sonrisa, cada caricia, cada abrazo… consiguieron llegar a lo más profundo de su pequeño y dolorido corazón. Ella le ha abierto todas las puertas de su
alma, y a cambio, conoce todos sus
besos, cada milímetro de su piel, cada cara que pone, cada gesto.
Porque cuando se
miran, el mundo se para. No hay nadie más, solo ellos dos. Es su historia y la
de nadie más. Habrá gente que no lo entienda, pero ¿qué más da? Una imagen vale más que mil palabras, y el
amor está ahí, en el aire, y se contagia. ¿Estás dispuesto a contagiarte, o vas
a pasar de él por miedo a que te vuelvan a hacer daño? La decisión es solo tuya…
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