domingo, 3 de febrero de 2013

Perfectamente imperfecta.

Ser perfecto está a la orden del día. Hay que ser perfectos en todos los ámbitos: con la familia, en el trabajo, con tus amigos, con tu pareja....
Pero yo no valgo para esos prototipos, pasan inadvertidos para mí. Será porque soy una conformista o que me gusta tal y como soy. Intentamos contentar a los demás, siempre hacemos lo que la gente quiere o espera de nosotros, sin llegar a pensar: ¿realmente hacemos lo que nos apetece?
Yo no quiero ser la mejor en nada, el realizar lo que me gusta ya me satisface plenamente. Lo importante es participar, hacerlo lo mejor posible y aprender mucho.
Es esa ansia de querer el que nos impide ser del todo libres, porque siempre estamos atados a algo y no podemos crecer como personas ya que estamos pendientes del otro, de lo que hace, de cómo actúa.
Ser imperfecto es perfecto. Suena como una antítesis, pero es lo que pienso. Nuestras imperfecciones nos embellecen, nos hace más humanos y cercanos a los demás.
No hay que obedecer los mandamientos de otros, solo debemos ser capaces de hacer caso a nuestro corazón y a la razón. La gente exige cosas que ellos mismos no te pueden ofrecer, por ello hay que hacerles caso omiso a sus peticiones. Los cambios se deben dar por uno mismo, sin atender a razones exteriores, siempre y cuando sean cambios de actitud y conociendo nuestras limitaciones.
Aunque, bajo mi punto de vista, lo mejor que se puede hacer es aceptarse, quererse, mimarse....porque si primeramente no te quieres tu, nadie lo va a hacer por ti. Y habrá veces que sea difícil admirar nuestras virtudes, pero no dudes de que están, están dentro de ti, aflorando.
Nunca debéis dudar de la capacidad que posee cada ser humano, cada uno es único, ya que todos somos perfectos, a nuestra manera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario