martes, 13 de noviembre de 2012

Dar sin recibir


Dar sin recibir…parece algo fácil, ¿no creéis?  Aunque últimamente pienso que más que ofrecer de forma gratuita, se arriendan esos pequeños gestos. Yo doy, pero a cambio quiero que me hagan lo mismo e incluso algo mejor. “¿Para qué voy a llamarle, si esa persona no lo hace nunca?”  “¿Qué está mal? Ah, yo cuando estuve rayada, nadie me ayudó.”
No, no se puede ser así. Es verdad, que a la gente le cuesta ver las buenas acciones o no las valoran tanto, pero no por ello debemos ser egoístas o tener rencor guardado. Siempre hay que estar dispuestos a echar una mano, a ser ese hombro en el que llorar, a escuchar el mismo problema que tantas veces se ha repetido, a ayudar a componer esos miles de corazones rotos… todo ello con una sonrisa como bandera, ya que no hay nada mejor que ofrecer consuelo al que lo necesita, dar consejo, aunque creas que son inútiles  o relatar, desde tu propia experiencia, lo que tú harías.  Las personas, antes o después valoran esos pequeños gestos que, aun siendo insignificantes, cuentan. No hace falta que te lo agradezcan, la simple paz que sientes después de ayudar a alguien es la mejor recompensa que puedes obtienes, ya que la paz que sientes  inunda tu alma y la hace ser más transparente aun.
Haz sin esperar nada a cambio, no mendigues agradecimientos. No ansíes un simple “gracias”, las gracias deberías darlas tú por esa oportunidad que se te brinda para demostrar tu generosidad. Si solo esperas recompensas en la vida, nunca harás nada grande.


No hay comentarios:

Publicar un comentario