Esta historia de amor comienza como las más típicas
historias de amor: chica se fija en chico. Un chico realmente guapo la verdad:
alto, delgado pero tonificado, castaño, ojos verdes…un auténtico bombón.
Difícil no fijarse en él. Veía embobada todas y cada una de sus fotos, deseando
conocerle, saber de él, verle. Tuvo la suerte de que el novio de su mejor
amiga, era su amigo, a si que el deseo de conocerle era, cada vez, más
alcanzable. Pasaron días hasta que, por fin, le vio. En esa primera vez salió corriendo,
literalmente. Quizás ante el miedo de ella a conocer el amor o ante la
perspectiva de poder verse rechazada…aunque no era un auténtico bellezón, ella
se consideraba “mona” y ante todo, con una bonita sonrisa, a si que no tenía
nada que perder.
Mientras se sucedían los meses, su interés por este chico
aumentaba. Era misterioso, algo escondía y eso le atraía profundamente. A todo
ello se le sumaba una extrema timidez, que le parecía muy encantadora.
Concordaban a la perfección: el, tímido y reservado; ella, extrovertida y cercana. Hasta aquí, todo
parecía perfecto, pero, en realidad, algo fallaba. El fallo era ella. Esa
morena que siempre tenía todo tan claro, en ese momento estaba desorientada.
Las cosas iban demasiado deprisa. Le había conocido en marzo, y ya una de sus
mejores amigas: la romántica empedernida, que la gustaba hacer de celestina, la
metía en la cabeza la idea de tener un futuro junto a este chico. Ese plan, que
ella veía tan lejano e impredecible. Porque la gustaban las cosas claras y
tenerlo todo planeado. Y en este caso, el enamorarse, no estaba entre sus
proyectos más cercanos. Sus labios se juntaron, por fin, un 16 de abril, pero
ese hecho, pasó desapercibido para ella. Por eso tuvo que alejarse, ir un poco más a su
bola, para poder pensar, ya que en esa época, su mente era una ida y venida de
preocupaciones y estrés, que rondaban continuamente sobre ella, y que no la
dejaban asimilar todo lo que estaba pasando. Finalmente, fue capaz de cerrar capítulos de
su vida, olvidar todo el pasado y
declararse, oficialmente, abierta al amor. Un amor que poco había conocido,
porque la habían roto el corazón, se había hecho demasiadas ilusiones con gente
que no merecía la pena. Mas que conocer el amor, había estado jugando,
tanteando el terreno.
A comienzos del verano, en el cumpleaños de su amiga la
teatrera algo inédito sucedió. En esta ocasión, el se transformó. Iba a por
todas. Fue un auténtico caballero con armas de seducción de un hombre.
Atrevido, eléctrico, poderoso…un imán del que ella no se podía separar. Y todo
cambió. Un espíritu de armonía sucumbió
su cuerpo. El, protector y galán, la perseguía con la mirada, deseando probar
su cuerpo. Ella, al principio tímida, pero luego le envolvió un aura de
seguridad, por el hecho de sentirse deseada, algo que la encantaba. Por fin, el
11 de julio, el chico reunió todas sus
fuerzas y decidió pedir a esa morena que fuera su novia, con la que compartir
sus alegrías y penas. Ella, al no tener planeado todo esto, la invadió el
pánico. No sabía qué hacer…el salir con alguien en serio, sería como meterla en
una jaula, cortar sus alas de libertad, pero….es que él era tan rico, además, no
a todo el mundo le pedía alguien salir, a si que decidió que no podía perder
esta oportunidad.
Ese verano fue increíble
junto a él. Y es que es verdad, que los primeros meses son maravillosos. Solo
os dedicáis a conoceros mejor, besos, abrazos, caricias…ninguna disputa. Hasta que
pasan los meses y aparece la discordia y luego, los temidos enfrentamientos.
Los primeros no tienen importancia, ya que se solucionan rápido y además,
conllevan luego a la grandiosa reconciliación. Las peores son las de después…las
de cuando llevas ya casi un año. Te hacen daño, hacen que llores, que sufras…se
solucionan, eso está claro. Pero ese dolor te lo llevas contigo, aunque con tu
pareja estés bien. Esas disputas se repetirán continuamente, y te frustran,
porque es siempre lo mismo y no se encuentra remedio para ellas. Por eso
pensarás que esos fantasmas te rondan para hacerte tu existencia menos fácil.
Pero eso conlleva una relación. Porque como dicen, no es mejor pareja la que no
tiene problemas, si no la que los tienen y los superan juntos. Y los dos son
unos luchadores natos, eso está claro.
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