sábado, 27 de octubre de 2012

Reflexiones de una tarde de otoño


Día gris de otoño, reina el silencio y las hojas caídas de los árboles colorean el suelo. Esta amaneciendo, y los pájaros cantan alegres. Sola, disfruto de ese silencio magistral, y saboreo la inmensidad del lugar. Hay cosas que simplemente son perfectas. Qué pena que nosotros no seamos así...y eso pasa porque se nos creo libres. La libertad es una palabra potente, llena de fuerza y autoridad. Hay personas que confunden esta palabra, y creen que la libertad lleva consigo la facultad de realizar lo que nos venga en gana, y eso no es correcto. Es verdad que la libertad te otorga el derecho de elección, pero no por ello debemos usar esta arma para provocar el mal, cosa que casi todo el mundo hace. Solemos elegir el camino más fácil, el que más nos conviene y nos da igual lo que pueda pasar a nuestro alrededor siempre y cuando consigamos lo que queremos. La empatía está en peligro de extinción, somos egoístas y únicamente pensamos en nuestro propio beneficio, arrancando cabezas o pisoteando a los demás si hace falta. Sólo importo yo. He de admitir que alguna vez he sido así, pero la propia vida te muestra que actuando de esa manera no llegas a ningún lado. No tiene sentido el alcanzar la meta solo, porque entonces no tendrás con quien festejar ese triunfo. y a veces no es por puro individualismo, si no por el hecho de tener que pedir ayuda: algo tan fácil, pero tan difícil a la vez. La teoría es sencilla, es simplemente pronunciar: “necesito ayuda”, pero en la práctica parece que se nos traban las palabras como si de repente nos hubiéramos quedado mudos, sin habla. Esto no es algo innato, se adquiere con tiempo. Yo a través de estas humildes palabras, os intento abrir los ojos y advertiros, que no os dejéis llevar por vuestra propia ambición. Está bien aspirar alto, pero no por ello dejar a nadie mal o abandonar a quienes te apoyan. No hay nada peor que el sentirse solo, y desafortunadamente mucha gente convive con esa sensación.  Por ello, no perdáis el tiempo y cultivad esa semilla llamada empatía, requiere perseverancia, pero os daréis cuenta de que al final merecerá la pena…

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